El mayor reto de una revista es conseguir alargarse en el tiempo sin perder en ello sus señas de identidad. Un libro puede ser una realidad conclusa; su verdadera existencia comienza con su publicación, emancipándose a partir de ese momento del autor, quien ya no tiene que realizar trabajo regular y continuado para que su obra siga existiendo. Al publicarse el primer número de una revista, en cambio, se da comienzo a un proyecto colectivo cuyo éxito depende, en gran medida, de su duración, para lo que se requiere la renovación, número a número, del empeño de quienes la hacen. Y, también a diferencia de un libro, una revista está sujeta a la contingente novedad, por lo que muere cuando deja de publicarse.